En homenaje al Camarografo


RIO GRANDE – Al conmemorarse ayer el Día del Camarógrafo Argentino se realizó un acto en la Plaza José Luis Cabezas, con la participación de trabajadores de los medios de comunicación, de funcionarios municipales, y concejales.


Luego de realizar el izamiento de nuestro pabellón, que estuvo a cargo de camarógrafos de entidades privadas y estatales, en representación de todos sus compañeros; y de entonar las estrofas del Himno Nacional, el Coordinador de prensa de la Municipalidad Miguel Vázquez brindó un mensaje en el que dio cuenta del por qué de esta fecha: "Hoy 29 de junio, recordamos con dolor la muerte del periodista y camarógrafo argentino Leonardo Henrichsen, ocurrido en el año 1973, en Santiago de Chile, mientras reporteaba la sublevación militar del regimiento Blindados 2, conocida como «El Tanquetazo», sofocada por el general Carlos Prats González".


Luego de realizar un raconto de la historia de la actividad de estos trabajadores de prensa, Vázquez mencionó que Henrichsen, «el sueco», "era un cazador nato que buscaba, sin medir riesgos «la» imagen que el público espera de un suceso trascendente". En 1973 lo enviaron a Chile para cubrir la efervescencia política y militar provocada por el gobierno socialista de Salvador Allende. Para entonces ya había filmado 14 golpes de Estado, muchos bajo las balas.


A las 9 de la mañana del 29 de julio escuchó desde su hotel, los primeros disparos de la sublevación conocida popularmente como el «Tanquetazo». Más que mil palabras En un acto reflejo tomó su filmadora (una «Eclair 16 II», francesa, con doble chasis) y bajó junto a su colega, el periodista sueco Jan Sandquist. Avanzó, decidido, hacia un grupo de soldados al mando de un capitán del ejército que, desde un vehículo, disparaba contra las tropas leales. El capitán giró la mirada y vio, sorprendido, la cámara de Henrichsen registrando la escena. Fue un segundo fatal.


Ciego de rabia ordenó a sus soldados disparar sobre el periodista. Los dos hombres se enfrentaron fieramente. Eran profesionales en lo suyo. El militar empuñó su pistola automática, el periodista su filmadora. Una disparaba plomo y mataba; la otra ametrallaba imágenes, que multiplicadas por millones, afectarían a gobiernos y sistemas políticos y económicos, denunciando injusticias y crímenes.


Leonardo filmó a su propio asesino en un registro que no conoce antecedentes. Cayó lentamente hacia el suelo, siempre con el dedo sobre el obturador, filmando. Se aferró tan fuertemente a la cámara que el soldado no pudo arrebatársela aunque lo arrastró varios metros por la calle. Tuvo que cortar el correaje para sacársela. El soldado abrió la cámara y arrancó la película, después, arrojó con desprecio la filmadora sobre el frío adoquinado. No sabía que en el otro chasis estaban los seis minutos que iban a revolucionar al periodismo mundial.


La filmación de Henrichsen habla, por sí sola, mucho más que mil palabras, superando cualquier relato. Justificar la existencia a veces impone una decisión, como la que tomó Henrichsen, digna del poema ‘Prometeo’ de Lord Byron: ‘triunfante desafío temerario, que torna de la Muerte una Victoria’. Una vida dedicada a la acción nos obliga -con su sacrificio- a la reflexión, para devolvernos nuevamente a la acción, recuperando para nosotros los periodistas, una postura ética por la cual vale la pena vivir".


Posteriormente en nombre de los camarógrafos, Norberto Marcolini hizo uso de la palabra, y más allá de hacer mención a la actividad y de todos los camarógrafos que en distintas partes del mundo han perdido la vida en pos de cumplir con su trabajo, deseo que el año próximo "esta conmemoración no nos encuentre con camarógrafos trabajando en negro, sin obra social y con magros sueldos". Con un minuto de silencio dio por finalizado este sentido acto que por primera vez se realiza en nuestra ciudad y en la provincia.

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